domingo, 30 de octubre de 2011

Amapolas y cuarteles de invierno

Vuelvo tras un fin de semana de retirada en estos mis lóbregos cuarteles de invierno en Madison para traeros una de mis mejores poesías y calentaros, o eso espero, un poquito el corazón. Cuando la escribí sabía que iba a viajar a EEUU para estudiar un doctorado pero no sabía que viviría en Wisconsin, simplemente abrí un mapa (digital) y busqué un número de carretera comarcal compartido entre mi origen (soy castellano por parte de madre y andaluz por parte de padre) y destino. Al final resulta que, al hablar del potencial de la poesía para prever mundos posibles, Aristóteles llevaba razón...


¿Qué es una amapola?


Cuando la conocí supe al instante,
ella me lo confesó,
que su flor preferida era la amapola,
no la amapola que se doblega en un cuenco de barro,
de pistilos azufrados,
la cautiva del acuerdo tácito con los hombres,
“si me ofreces en exequias tus hojas
yo perpetuaré tu estirpe,
aunque la polis olvide tu nombre,
tú, amapola, no has de morir”,
no, esa no.

Ella prefería la amapola
que crece junto al arcén de la comarcal 110,
de camino a Guadalajara o Wisconsin.
Una túrgida mata que se enrolla en la guadaña
que amputa, de cuando en cuando,
los brazos o el cuello a motoristas incautos.
La prefería así, ella me lo confesó,
y yo tuve por bien lo que dijo
que era una amapola,
creí en su idea con la naturalidad
de un hombre que mira alucinado
hacia el pasado,
que sabe en consecuencia
lo que le espera más adelante:

la pugna por expresar
lo que es y no es una amapola,
de defender ante otros su idea
y probar que sólo florecen junto al arcén de dos carreteras
y en ningún otro lugar,
que la profusión de palés holandeses,
su calculado tráfico de esclavas
no es garante de nada,
ni sobre la idea de la amapola
ni sobre nuestro amor por ella,

El hombre, alucinado, tendrá que demostrar
que cuando ve en los escaparates
de una librería de viejo
una litografía que muestra
un diagrama de las exequias
practicadas por chinos que se enamoraron de la idea del opio
no siente la idea de la amapola.

Que cuando camina por un descampado
y pisa una amapola
no siente pena por la planta,
pues no era lo que pretendía ser,
sino ilusión y fuga de una idea preconcebida
que se parecía, en cierta manera,
tanto a él:
ambos fueron engendrados en la comarcal 110
y nunca supieron quién les legó en origen
su suerte de alucinados,
de amapombres que se preguntan
qué es una amapola.

("¿Qué es una amapola?" first appeared in PEN International Magazine, vol. 59, nº 1, 2009 [UK])


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domingo, 16 de octubre de 2011

Lizardly Sundays

Yet another Sunday spent replicating amid the deluge... this erotic lizard needs no self-explanatory blah-blah, here it goes:

Lizards in the Sun

We lie like lizards in the sun,
brood descendants,
replicate amid the deluge,
repopulating grammars,
but every night I,
lucid,
tack your shadow
against the receding wall 
of a crumbling sky,
tack your
orgasms
as they crest
and ebb,
clear
like
ripples
reddening
my upturned mouth,
flicker of light
that’ll soon
down
to
null
in
one
single
streaming
tangy
line
of
desolate tremors with your pummelo snail metallic taste.

("Lizards in the Sun" first appeared in the now defunct collaborative online journal Dictionarybydefault (2008) [Germany])


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domingo, 2 de octubre de 2011

Interrogantes

Si hay algo universal en la experiencia humana, además del tabú del incesto, que diría Lévi-Strauss, es sin duda, la de interrogar y cuestionarnos a nosotros mismos y todo aquello que nos rodea.

Algunas de las preguntas que ahora mismo me acechan, para que entendáis mejor la encrucijada de mi subjetividad, son: ¿por qué le gustaban tanto a Neruda las listas? ¿y las mucamas? ¿por qué se demora tanto en salir el café? ¿cómo es posible que esté escribiendo una poesía en inglés sobre mamporreros argentinos que, para más inri, es una ristra de haikus, con un programa de la CBS sobre la prohibición sonando de fondo, todo ello sin perder el hilo? ¿cuándo dejaré de soñar que fumo? ¿cuándo recibiré mi primer cheque como escritor? ¿qué hago que no estoy acampado en Wall Street, arengando a los indignados con mis poemas más anticapitalistas? ¿por qué no vivo en Buenos Aires? ¿por qué soy más torpe que un elefante en una cacharrería? ¿por qué publico en un blog poesías que nadie lee y las bautizo postesías? ¿dónde, por piedad, decidme... dónde está mi zapatilla?


Ámbar gris en el Bósforo

                       A Orhan Pamuk, el gran interrogador


Se dan, en nosotros,
sucesos inquietantes,
un preciosismo de los ademanes,
un vértigo de atracciones,
una confusión, prefigurada, de las partículas,
un amor uterino por
la energía y su tránsito
por nuestro cuerpo
que mientras no cesa,
aun si la abandonamos,
nos hace inmortales.

En nosotros, confabulan
el carbón y el brazo, el pecho
y la minuta, el traje
y la sed, la poesía
y la risa, el amor
y los calcetines.

¿Cómo llegó hasta aquí
esta masa gelatinosa, informe,
veteada de manchas negras?
¿Qué corriente improbable
llevó este ámbar gris al Bósforo?

("Ámbar gris en el Bósforo" first appeared in Vulture Magazine, Sept. 2010 [Spain])



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