Mientras tanto, aquí tenéis un diminuto poema de amor y muerte, un poema de bolsillo, de cuando yo vivía y amaba junto al mar:
Noche, Día
Noche, día, y un mar de perlas
y tus ojos despiertos de rizos castaños,
rizos de antaño surcan
los deseos de un poeta, ávido de amar.
Ámame amor, ámame mar.
Lisos y pudientes, sus tristes semblantes
cuando en la víspera de la nada
reclama su sacrificio de letanía
la límpida sal.
Noche, día, ámame amor, ámame mar.
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