viernes, 5 de noviembre de 2010

Se truncó

Hasta hoy se asemejaba,
hoy he de olvidar esa idea nefasta
pero cómo impedir que se vierta mi sangre
si soy derrotado de antemano.

Sin más sentido que la vida alumbré un peñasco filiforme,
un rescoldo amedrentado,
la hoja mellada de ese peñasco dijo mi nombre,
me llamó por mi nombre,
constató mi presencia,
trascendiendo su forma la piedra habló,
esa misma piedra que rehusé del traqueteo de estaciones
dijo
que creerme en mí fue el más dulce fracaso, que creyéndome yo atosigué lo inútil arrojando una luz adiestrada, mecánica en su forma de penarías cuando lo evidente manaba de una vendetta delineada por un contorno de palmerales con toronjas de doble filo que surcaron la abisal transpiración del Mar Rojo, abatida de sangre de hijos cuya mirada batió la tierra plomiza de Valparaíso, sublimada por un machete que raja ahora, con la lucidez de un prófugo, un telar de mitos renqueantes.

Hasta hoy se asemejaba la poesía…
pero la vida es distinta, y la poesía, otra.


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