domingo, 27 de marzo de 2011

19


Este viaje nuestro es una tristeza que no sabría decir.
Las avenidas permutadas en concierto de luces,
El claxon del auto que enfila hacia lugares desconocidos,
La sala del cinematógrafo en silencio.
Ni yo mismo soy libre al fluir.
Lento. Cambiante.

Es una tristeza que confabula,
un tambor en una sala vacía,
un túnel transparente y el ascensor que se eleva,
asciende
y sube
hacia lo más hondo para proferir palabras que cristalizan
sobre la palma de tu mano,
cristales que podrás
archivar
clasificar
recuperar
destruir.

Esta tristeza...
yo no sabría decir qué, o cómo,
pero sí, esta tristeza revienta
en las cuencas de los faros de los autobuses,
se encarama sobre los carteles pragmáticos:
Compra
Vende
Tristeza.
En el humo ensordecedor
o en la vereda de grifos que barbotan amor por la Montería.
En la plaza desapacible, armada de lápices gigantescos,
en la estría que conduce a mi habitación,
el lento ascenso de tres pisos de tristeza
para después aclarar mi cara con ella,
secarme con ella,
abrirla y meterme y cubrirme con ella
y dormirme hasta despertar.


Creative Commons License

jueves, 24 de marzo de 2011

18

La lengua divierte,
vuelta jorguín:
se piensa,
te repiensa,
pondera,
lo pesa a uno
para ver si casa
consigo misma.

Esa puta lívida antropófaga del ser
se arracima en hechizos,
te abraza, se relame a fondo,
que sí, que le apeteces,
te vislumbra cuchifrito o castaña asada,
sabe que no importa cuánto hagas
por enajenarla,
para ganar la libertad de los tuyos,
porque va a hacer que todo parezca
el retorno al preámbulo del siguiente viaje,
que en realidad,
y eso siempre lo has sabido,
somos bruma:
isópatas que la recordamos
para así mejor poder olvidarla.


Creative Commons License

domingo, 20 de marzo de 2011

17

Lluvia: acometida de ojos
libres al fin de hombre
que invocan la sustancia 
de tardes que se detienen
en el bálsamo preciso 
en que va a morir la hora.


Creative Commons License

miércoles, 16 de marzo de 2011

16

El no saber y
disfrutar la incógnita,
pinzar primero el cigarro con los párpados grises,
luego con los brazos en jarras,
imaginarlo
y extender la mano,
una muñeca,
con el vello erizado,
que indica cuanto deseamos
el humo acre antes de que llegue
a la boca.

El no saber y
despertar con la violácea luz
que incide como un acontecimiento
sobre la tarde sedienta,
desesperando
por beber café de todas las tazas a un tiempo,
pero eso sí,
contigo.


Creative Commons License

domingo, 13 de marzo de 2011

15

No vine aquí porque
exigieras mi presencia,
ausencia de todo lo
que no es ahora yo
y precede a mi entidad.

Para mí,
frente a mí,
sólo hay verdor
perfilando la sombra
de todos los transeúntes deletéreos;
verdor de las células
cuando gangrenan el aire
que creíamos puro,
mientras nos desflocamos
y convertimos en rastros tubulares,
puentes de Einstein-Rosen
cuya materia incierta nos persigue
y ha de permanecer
frente a la Plaza del Emperador y todas las plazas
donde ya no estamos nosotros
donde sí
siniestramente ocultos
de nuestra conciencia,
verdes a nuestros ojos,
hay estos rastros-manzanas,
que no nos atrevemos a morder.

("15" first appeared with the title "Puentes de Einstein-Rosen" in Vulture Magazine, Sept. 2010 [Spain])


Creative Commons License

miércoles, 9 de marzo de 2011

14

                               Hemingway in memoriam 

Triángulo áureo,
enfoca la cámara
y clic, dispara.

Arrasa el limo que define lo que eres.

Nada es definitivo,
y ya no soy el mismo
que escribe estas palabras,
mi alma se pierde
en el transcurso de la fotografía,
“me voy… me voy…”
masculló también, el viejo,
cuando poco antes
en alguna tasca acre de la capital,
se emponzoñaba de tinto,
buscando alguna frase verdadera
para empezar otro cuento.

Aquí, ahora, 
en el lugar en que él fue siendo yo otro
escucho el doblar de las campanas
y recuerdo la advertencia. ¿Será cierto?


Creative Commons License

domingo, 6 de marzo de 2011

13

Como a una sublimación del deseo
yo te miro, sentada con tu falda de leche,
tus tobillos oscilando como galápagos
que reptan por la arena negra para desovar.

Yo te miro
desde este ojo de buey,
bebiendo ginebra en el camarote,
pensando por qué
has tenido que
rozar mi dedo índice
distraídamente,
por error,
con tus manitas de
broma.

Supongo que entonces lo supe:
es imposible no mirar
tu boca quebrándose
hasta tus dientes blancos.


Creative Commons License

viernes, 4 de marzo de 2011

Postesía I

La idea de este blog fue desde un principio compartir poesía, únicamente poesía, con vosotros. Era una bitácora: yo la abría cada semana, hurtaba la mirada y os dejaba husmear por ahí, trastear con el astrolabio, acariciar la escuadra, palpar la red...

Cuaderno Americano es, a partir de hoy, un cuaderno de bitácora. Pierdo cuidado: he aquí una postesía, la primera postesía, que se piensa como tal, que demuestra que no soy mudo... Poesía vuelta postesía que, como toda meta-narrativa que se re-crea a sí misma, se vislumbra ridícula, absurda en la inmediatez digital, una cifra más de nuestra pérdida en extimidades desnudas. Pero la postesía es rebelde, contestataria, y cual grafóloga ciega acepta el desprecio del otro como propio, prueba de su esfuerzo denodado por ser.

Cuaderno Americano es el nombre de un poemario, mi próximo poemario, el que siempre quise escribir; decir soñar sería mucho decir puesto que él me sueña a mí, yo soy quien se ve traspasado por su rito de palabras. Aquí, un pequeño poema que escribí hace poco (y formará parte de Fotograma) y lo explica:

La lengua divierte,
vuelta jorguín:
se piensa,
te repiensa,
pondera,
lo pesa a uno
para ver si casa
consigo misma.

Esa puta lívida antropófaga del ser
se arracima en hechizos,
te abraza,
se relame a fondo,
que sí,
que le apeteces
y te vislumbra cuchifrito,
castaña asada,
sabe que no importa que hagas
por enajenarla,
para ganar la libertad de los tuyos,
porque va a hacer que todo parezca
el retorno al preámbulo del siguiente viaje,
que en realidad,
y eso siempre lo has sabido,
eres bruma:
isópata que la recuerda
para así mejor poder olvidarla. 


Cuaderno Americano es el nombre de la mentira, de una apostasía aún no fingida. Y aquí un pequeño poema, que publiqué por otras partes, bajo otro nombre, sobre qué es lo que hace buena una mentira:

Es una buena mentira si cae hueca:
vaharada alófona de incógnitos solecismos
clámide que resbala por humosos muslos palimpsestos
ínclito silbo que rutila sólo para acendrados oídos carpetovetónicos.
Es una buena mentira si sabe a murmuración pomerana:
a sangre agónica y madrugada a solas y a erotómano que escribe sus pruritos.
Es una buena mentira si alguien entiende y al entender ama y al amar llora conmigo
.

Yo soy el erotómano que os da la bienvenida a este cuaderno:
sois pocos pero muy queridos.


Creative Commons License

jueves, 3 de marzo de 2011

12

Huyo de ella,
en la mar hay algo
que hace de mí un detestable.

Yo, a su lado,
soy un disímil seco,
un ser tironeado por venas de agua,
encarado hacia el cielo
soy una casa a la deriva
inundada hasta la cintura
¡Y yo con mis manos demasiado pequeñas para achicarme!
Así me hundo más en la arruga,
en un desmadre terroso,
siempre arrodillado,
sobre el fango.


Creative Commons License